sábado, 10 de noviembre de 2012

Acantilado

Hablar contigo es como sentarse al borde de un maldito acantalido. Peligroso pero adictivo por la adrenalina. A veces me resbalo y en mitad de la caida formas unas redes con tus palabras que me salvan de un trágico final, otras veces un trozo del acantilado se desprende solo y se hunde para desaparecer para siempre en las profundidades del mar, otras en cambio y son las que mas me preocupan... Eres tú, que estando detrás mía, me empujas, me lanzas al vacio y haces que el oscuro mar me trague para no volver a salir, las olas me arrastran hasta el fondo y ahí se quedan mis sonrisas...
Todo cambia de un día para otro, a veces llueve, otro día es soleado...

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