miércoles, 13 de febrero de 2013

El caparazón de la tortuga

Y ahora más que nunca quiero ser Peter Pan, una niña pequeña de las de jugar y jugar y soñar y soñar y ante todo imaginar mil fantasías, jamás madurar ni tampoco decidir, que todo lo aburrido sea cosa de mayores porque con polvo de hadas todo se vuelve colorido. Y escuchar 512.252.893.252 veces una canción y no aborrecerla. Y quedarme hasta la 1 de la mañana, que era tarde, con una linterna y un libro repleto de historias y vida debajo de un edredón. Y a las 9 de la mañana los sábados saltar a la cama de mis padres que es lo más parecido a la cama de la princesa del guisante y darles los buenos días o por las noches quedarme leyendo en el sitio de mi padre hasta que venga a echarme mientras se queja entre risas de que le he calentado la almohada. Y coger un abrigo en pleno invierno y salir a tumbar se por el suelo con el perro porque te da pena por el frío que hace y lo solo que está. Y odiar todos los sábados perdidos madrugando y pasando toda la mañana en un campo de fútbol. Y empezar batallas de las de tirarse con ropa a la piscina seguidos por las toallas. Y por esas noches de verano viendo amanecer. Y por esos días de lluvia sentados entorno a una ventana mientras el cielo parece desgarrarse y el olor a barro perfuma la casa, Y esa pequeña cabaña de madera de cuento de hadas. Y ese libro a la luz de las velas. Y esas Navidades con mariposas en el estómago. Y el primer tonteo inocente con un chico mayor. Y por esos bailes de indios alrededor del aspersor. Y por esas maquetas que hacíamos y las figuras que pintábamos en aquella gran mesa redonda de madera llena de manchas de pintura oscura y blanca. Y por esos cómplices juegos para exasperar a mi madre con la más pura vena del norte. Y por esos viajes con curiosidades e historia pero también con aburridas iglesias de las de quedarse horas oyendo hablar al guía sin entender nada viendo todo igual. Y por esa pequeña obsesión con las abejas, con ganas de aprenderlo todo sobre ellas. Y por ese mote cariñoso: la ranita, por mi particular forma de dormir. Y por esas noches de las de amanecer del revés. Y por esas tardes en lo más hondo del mar viendo pequeños peces que se mueven en bancos aterrorizados al menor movimiento. Y esa sorpresa del pez araña. Y por un pequeño conejo blanco con dos manchas negras llamado Apolo, con un triste final. Y por esos viajes a Disney, numeroso, únicos, inolvidables, horas y horas de cola pero hasta el último segundo valía la pena, esos juegos donde cada uno era un personaje, esas divertidas historias cuando estábamos en la cama del hotel. Y por Holanda, por esos cuentos de hadas, por esa casa en el árbol y por esa mermelada de moras. Y por esos días en el barco de pesca, en los que te levantabas a las 5 de la mañana. Y por esos viajes en avión de madrugada a las 3 o a las 4 en los que la anoche anterior dormía con mi hermano y hacíamos un pacto para no cerrar los ojos, pero siempre caíamos. Y por esas películas de los sábados a las 10. Y esos momentos a la hora de comer al sol donde era una cuentacuentos en verano. Y por esa primera vez que probé la cerveza y puse cara de asco o por la repulsión que me provocaba el olor al café y ya no te digo el sabor. Y esos momentos en Alcoy con el brasero en el salón. Y esos concursos de hacer pulseras. Y esa actuación de clásico en la que me tropecé y caí y me levanté como si no hubiese pasado nada. Y esas obras de teatro que veíamos las chicas de la familia. Y esas tardes en las que el plan era una película que ni mi padre ni mi hermano se tragarían por nada con un helado de dulce de leche con caramelo caliente. Y por esa media de un libro al día en vacaciones. Y por esas partidas de juegos de mesas tan escasas. Y hubo tantos momentos
Y no puedo evitar pensar en ello, el otro día cuando fui a darte las buenas noches, recordé de repente todo y de repente también llore,de repente me derrumbe, de repente solo quería huir del tiempo, de repente no quería conocer nada ni ser conocida, de repente quería tan sólo olvidar.
Esta vez soñar no cambiará nada, decir que crees en las hadas tampoco. Dentro de un año todo se acaba, tu pequeño universo se ha quedado en ruinas dejando un esqueleto oxidado hecho de fotografías y anécdotas. Todos se irán, seguirás sola y ahora entiendes porque nunca te han gustado esos libros enormes sobre biografías tan realista, tenías que convivir con la soledad del protagonista y tu único objetivo era alejarte de la realidad, no recordar como es la vida. Ahora te toca afrontarlo, morderte la lengua y los labios hasta que sangren, porque el mundo de hadas acaba de ser descubierto por el Hombre.

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