Conversaciones largas y variopintas recordando momentos importantes y no tanto, enseñarle con mucha paciencia a utilizar whatsapp, jugar con el perro, y que este simple y feliz se ponga a dos patas encima tuya e intente enterrar la cabeza entre tus brazos mientras te lame la cara, aprender cosas que siempre se olvidan, quedarse hasta tarde en el sofá de cháchara, que venga al rato a echarme otra manta más por si paso frío en la cama. Buenos momentos que aprendí a aprovechar cuando me di cuenta de que se podían perder y desaparecer... O ni tan siquiera existir.
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