Mármol en quien doña Inés en cuerpo sin alma existe, deja que el alma de un triste llore un momento a tus pies. De azares mil a través conservé tu imagen pura, pues la mala ventura
te asesinó de don Juan, contempla con cuánto afán vendrá hoy a tu sepultura. En ti nada más pensó desde que se fue de ti;
y desde que huyó de aquí
sólo en volver meditó.
Don Juan tan sólo esperó
de doña Inés su ventura,
y hoy que en pos de su hermosura
vuelve el infeliz don Juan,
mira cuál será su afán
al dar con tu sepultura.
Inocente doña Inés,
cuya hermosa juventud
encerró en el ataúd
quien llorando está a tus pies;
si de esa piedra a través
puedes mirar la amargura
del alma que tu hermosura adoró con tanto afán, prepara un lado a don Juan en tu misma sepultura. Dios te crió por mi bien, por ti pensé en la virtud, adoré su excelsitud
y anhelé su santo Edén.
Sí, aun hoy mismo en ti también
mi esperanza se asegura,
que oigo una voz que murmura
en derredor de don Juan
palabras con que su afán se calma en tu sepultura. ¡Oh doña Inés de mi vida! Si esa voz con quien deliro es el postrimer suspiro
de tu eterna despedida;
si es que de ti desprendida
llega esa voz a la altura
y hay un Dios tras esa anchura
por donde los astros van,
dile que mire a don Juan
llorando en tu sepultura
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