jueves, 24 de octubre de 2013

Mundos

Mármol en quien doña Inés en cuerpo sin alma existe, deja que el alma de un triste llore un momento a tus pies. De azares mil a través conservé tu imagen pura, pues la mala ventura

te asesinó de don Juan, contempla con cuánto afán vendrá hoy a tu sepultura. En ti nada más pensó desde que se fue de ti;

y desde que huyó de aquí
sólo en volver meditó.
Don Juan tan sólo esperó
de doña Inés su ventura,
y hoy que en pos de su hermosura vuelve el infeliz don Juan,

mira cuál será su afán
al dar con tu sepultura. Inocente doña Inés,
cuya hermosa juventud encerró en el ataúd
quien llorando está a tus pies; si de esa piedra a través puedes mirar la amargura

del alma que tu hermosura adoró con tanto afán, prepara un lado a don Juan en tu misma sepultura. Dios te crió por mi bien, por ti pensé en la virtud, adoré su excelsitud

y anhelé su santo Edén.
Sí, aun hoy mismo en ti también mi esperanza se asegura,
que oigo una voz que murmura en derredor de don Juan

palabras con que su afán se calma en tu sepultura. ¡Oh doña Inés de mi vida! Si esa voz con quien deliro es el postrimer suspiro

de tu eterna despedida;
si es que de ti desprendida
llega esa voz a la altura
y hay un Dios tras esa anchura
por donde los astros van,
dile que mire a don Juan
llorando en tu sepultura


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