miércoles, 30 de octubre de 2013

Por el razonamiento

Miro el reloj.
6:47
Bueno, mejor que ayer. Remoloneo unos instantes más en la cama y retiro las sábanas. Busco a tientas por el suelo la ropa que me quité ayer. La camiseta holgada de Superman ha tardado menos de lo que pensaba en servirme para ir por casa. Me la pongo  de aquella manera y me incorporo. Me levanto en la completa penumbra y me golpeo contra la silla que por alguna razón ha acabado en el lado opuesto de la habitación al que le corresponde. Ella es la única que esta despierta y al ver mi cara de sueño, saca otra taza de café. Más de treinta cafés entre dos por semana... Tenemos un serio problema y habría que pensar en bajar las cifras pero a estas horas no.
A los pocos minutos, me siento a reflexionar en frente de la ventana mientras mastico silenciosamente las tostadas. Un gatito blanco y negro y otro gris sin rabo hacen un esfuerzo para saltar hasta la ancha barandilla de las escalerillas de atrás y juguetean, a ratos se paran frente la ventana para mirarme con unos ojos grandes de colores claros y maullarme.
Una vez espabilada, oigo que llaman a la puerta, es curioso, en verdad, sólo la arañan, pero para mi es como si tocarán al timbre, mi perra se ha despertado y no se por que rara intuición sabe que hoy me quedo en casa y quiere estar conmigo. Le abro, le doy los buenos días dándole un buen abrazo y me acaricia con su húmeda naricilla la frente, quito la alfombra de la entrada y le preparo la suya granate. Cuando haga frío le pondré también las toallas, esta es demasiado fina. Se tumba y me siento al lado suya a acariciarle. Tenemos un código clave, cuando finjo un gruñido más o menos sarcástico en el sentido de que es un sonido alegre y lleno de energía positiva, se pone boca arriba, ladea la cabeza y saca la lengua. Para reírme de ella, le cojo la lengua. Reacciona rápido. Nos tiramos jugando un rato, hasta que mis padres y mi hermano salen por la puerta. Es el momento de empezar a trabajar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario