domingo, 27 de octubre de 2013

Sucios hipócritas

Hipocresía, dulce palabra utilizada al son de la voluntad del ente, que puede ser ya de ficción o no.
Predican su sermón con altanería y con la cabeza bien alta y sin que se haya acabado el teatro y sin intentar disimular, lo rompen a ojos de todos, anunciando con ojitos de cordero, que no, que es diferente del resto del mundo. Porque, si, en efecto, el individuo para si esta por encima de su propia ley y justicia, ¿no fue Dios el que hizo a todo ser mortal, pero siendo el inmortal? Dulce hipocresía.
Que bien sabe. Nos hace sentir solidarios en un mundo egoísta.
"Aléjate de ella" claman. No digo que se equivoquen, en ningún caso les quito razón, sin compartir siempre su opinión (realmente ¿existe una única razón? ¿O esta es la interpretación subjetiva de un mundo virgen sin opinión?). 
¿Qué hicieron ellos?  Llorar por ella, hundirse en sus brazos e ir a buscarla. Todos, no quedo ni uno fiel a si mismo. O quizás si. ¿A quien traicionaron? ¿A ellos mismos o a pura palabrería que fluye sin rozar nos, sin ser nuestra, sin poseernos, sin que sea de nuestra propiedad? Todo depende de nuevo del punto de vista.
Es nuestra para el resto, pero en nuestro interior esta lejos y es ajena a nuestros sentimientos. ¿Como podría ser? Nos rodeo en una capa hermética que nos separa de los otros pero que nunca nos roza. No nos acaricia su amarga voz que nos empuja al sacrificio. Que lo hagan otros, que otros sean nobles por mi, que sean valerosos y que sufren, porque ¿por qué sería yo? 
Soy el alma de la excepción que confirma la regla... Pero es una excusa valiente que deja un vacío jurídico a nuestra ley. ¿Cuantos predican con ejemplo? La base de la columna no es un héroe, soporta el peso porque así se le ha impuesto y es su condición. Nace así y sin ello, no sería, no existiría. No es su ley, es el fruto de ella.

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