sábado, 7 de septiembre de 2013

Grito inútil contra el mundo de una niña caprichosa

La tecnología avanza sin cesar, me han puesto al tanto de un montón de inventos que son una locura: unas gafas, tipo las de Google, capaces de calcular talla, peso y edad aproximada, de encontrarte en Facebook e informar de donde vienes, donde estudias o trabajas, que música escuchas, que actividades tienes e incluso, toma fotos disimuladamente, otro es un conjunto de ropa interior que a través de un móvil puedes notar el tacto ( si, claro, es muy útil hacerle una paja a tu novio cuando esta en una reunión importante porque te aburres), o un pinta labios capaz de rastrear, entre otras miles de gilipolleces... Porque realmente no hay otra palabra: gilipolleces, por las que se ha tenido que invertir cantidades enormes de dinero y tiempo. No me parecía tan mal hasta hace poco. Después de un día estupendo cantando canciones como "es por tu amor" o " aquí no hay playa", lo último que te esperas es que cuando te recojan y te sientes en el coche te digan seriamente: tu madre se queda esta noche en el hospital, le han identificado cáncer a tu abuela. Y te das cuenta de la pérdida de inteligencia humana que ha habido y un fallo de objetivos. ¿Qué derecho tengo de quejarme justo ahora? Una vez abierto los ojos, reflexionas y llegas a la conclusión de que en efecto, esta reacción es tan sólo una causa egoísta y caprichosa de una niña demasiado apegada a un juguete como para tirarlo a la basura aunque este roto.  Tan sólo sería legítima si se hubiese hecho unas horas atrás. Aunque lo último que me apetece es saber de primera mano lo que esta pasando llamo y una voz susurrando me responde puesto que ella intentaba dormir. Si, a las nueve. Una mujer que se quedaba conmigo hasta las doce viendo pelis de acción y luego se tumbaba en la cama escuchando la radio, destrozada, tumbada en la cama a las nueve. Los años pasan y no en balde. Y esto no irá a mejor... Eso ya lo doy por sentado. Ya es demasiado tarde para arrepentirse de errores pasados: ahora sólo queda tener fe, justo igual que Peter Pan, cuando alguien dice que no cree en las hadas, y empezar a creer en los milagros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario