domingo, 10 de noviembre de 2013

Como el sol de septiembre

-Azafrán, Whisky y Blanco a la pista, a galopar con la otra mano.

Nos miramos cada una de una manera diferente.
La jinete del caballo completamente blanco de morro ancho suelta un palmo las riendas y me mira entusiasmada, es muy kamikaze. El macho que lleva es una bestia de mal carácter que destroza a su paso con un galope desbocado y le ha hecho gracia el galope que hemos tenido antes Azafrán y yo.
La amazona del caballo castaño de calcetines negros lleva el caballo más bajo pero no por ello parece decepcionada hace una larga temporada que no monta y el contacto de las piernas contra la silla de cuero es único. Mira a todas partes emocionada buscando rincones por los cuales podamos tropezar mientras se tumba sobre la grupa.
Yo con mi caballo alazán, grande y de frondosa crin soy la menos emocionada con la idea. Hoy el caballo esta nervioso, asustadizo. Rebota en el sitio y rehuye la pista. Tengo que estar más tiempo acariciandole para que se relaje que dándole pierna. Así que un galope en grupo no me parece tan buena idea. Me pongo bien recta mientras acorto las riendas y busco los estribos con el pie.

Empezamos dándonos un tercio de pista como distancia y una vuelta a la pista a trote. Blanco y Azafrán consiguen mantener las distancias acordadas mientras Whisky que va último va quedándose más lejos. Aprovechamos las esquinas para arrancarlos en el galope correcto. Justo en ese momento oigo que me gritan
-Controla a Azafrán se te esta acercando un caballo por la otra pista corriendo 
-Tengo ese efecto en todos- comenta el chico rubio del caballo con una sonrisa
El caballo sale de la pista haciendo un medio círculo muy cerrado desbocandose, le pego un tirón en la rienda hacia el lado y un fustazo para hacerle volver al sitio, a duras penas lo consigo habiendo perdido el apoyo de un estribo y viendo mi cuerpo ladeado. Impulsandome en el otro estribo me coloco de nuevo sin frenar al caballo, sino al contrario. Blanco y Azafrán adelantan a  Whisky por segunda vez. Para seguir la broma empezamos a lanzar gritos al aire como si jugásemos a los indios y vaqueros
-que falta de deportividad- se queja la jinete de Whisky al vernos adelantarles otra vez más.
Las cuatro niñas pequeñas se han quedado en medio de la pista sin dejar de mirarnos. 
La sensación es grande y seguimos peleándonos por el primer puesto en un circuito circular hasta que nos obligan a volver al trote y luego al paso. Chocamos nuestras manos haciendo diagonales y círculos con el caballo. Ha sido una sensación extraña.

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